Si no fuera por ti primavera, que llegas en el preciso momento en que mi espíritu gris de cielo gris se quebraba, como si la biofilia de esos seres pequeños que habitan en mi respondieran a un ciclo anterior al origen de la música de los vientos, de las montañas, del mar. Y llegas primavera para liberarme de la oscuridad del Tártaro, del fruto de granado que osadamente probé y vuelve cada tiempo a cobrar el precio de mi altanería. Llegas cuando, cansada mi esperanza de cielos mezquinos, un punto estaba de no creer más en la belleza. Y me entrego a ti para que cures este corazón cansado de cielos rotos.
Lima, 23 de septiembre de 2016
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