Thursday, June 25, 2020

De R. para D



























He tomado de aquel baúl antiguo

la pequeña camisa que mamá guardo

para recordar que llegaste indefenso

como aquel pajarito que desde lejos dormía en su nido.

También tomé de aquella foto en blanco y negro

la sonrisa de tu cumpleaños número ocho,

y el asombro en tu rostro frente al regalo envuelto,

sin importar lo que este ocultara.

Me resistí a robar el poema que secretamente

escribiste para el primer amor que tuviste,

y a pesar de quererte solo para mi

supe que algo de mi estaba encerrado en cada palabra:

profeta adolescente que sabe que el amor es inevitable

y que nos espera persistente al final del diluvio.

Y lo robé, tachando el nombre que en él aparecía y colocando en su lugar diversas rosas,

todas las rosas que uno puede ser.

Subí al desván y entre los estornudos que me impedían reconstruir el pasado,

como legiones de ácaros que sirven de escudos,

en su afán biológico de ir hacia adelante

fui frenada en más de un momento.

Ir hacia adelante con mirar retrovisado, y allí la camiseta y el jean

que perfectos colgaban de tu cuerpo y de tus ojos.

Encontré también una tarjeta que certificaba que eras una estrella,

más de uno de nosotros ha pisado Hollywood alguna vez.

Vi tu nombre bordado en varias ropas,

como si pudieras, en algún momento, no recordar que las llevaste, que eran tuyas

y salir a la calle desnudo, como el hombre aquel que vimos una noche,

limpio, recién enloquecido.

He tomado una aguja y un ovillo de estambre,

recordando a la monja dominica que me enseñara bordado,

en los días en que deseaba que mi vida no tuviera costuras,

que no encontrara un nudo de remate

que me impidiera continuar buscando el sentido de la hebra.

Comencé a dar puntadas, uniendo todo lo robado.

He terminado, y como todos los hogares

siempre tienen una puerta que inconscientemente dejamos sin pestillos

entraré sigilosa esta noche a cubrirte con la manta que he bordado.

Deja que te arrope y te proteja,

y si te da calor no la arrojes, guárdala para el próximo invierno.

Es tuya porque te quiero.

 

 10 de enero de 2014


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